Artículo tomado de CAMBIO: https://cambiocolombia.com/internacional/i-took-gaza-el-sueno-de-trump
Mauricio Trujillo, corresponsal de CAMBIO en Paris, analiza el impacto de la propuesta de Trump de construir un complejo hotelero en la Franja de Gaza, desplazando a los más de un millón y medio de gazatíes hacia países árabes, a los que les propone recibirlos como inmigrantes. Netanyahu calificó como “revolucionaria” semejante propuesta.
Por: Mauricio Trujillo Uribe
A comienzos del siglo XX, el presidente estadounidense Theodore Roosevelt utilizó la expresión “I took Panamá”, para referirse a la intervención de su gobierno cuando apoyó política y militarmente la separación de Panamá para luego, en un intercambio de favores, tomar posesión y control de la zona donde sería construido el estratégico Canal de Panamá. Este hecho despojó a los colombianos de una parte de su territorio y convirtió la zona en un enclave clave para los intereses económicos y geopolíticos de Estados Unidos. Tal expresión reflejaba la arrogancia de Roosevelt y de su política exterior, que llamó “Big Stick Policy” (Política del Gran Garrote), basada en la negociación con escopeta sobre la mesa, la diplomacia con la amenaza del uso de la fuerza militar.
La historia parecería repetirse, guardadas circunstancias y proporciones, cuando Donald Trump, en reciente visita del primer ministro Benjamín Netanyahu a la Casa Blanca, refrendó su apoyo político y militar a la guerra que adelanta Israel en Gaza para luego, en un intercambio de favores, según el presidente norteamericano, tomar posesión y control de la franja donde sería construido un complejo turístico, despojando a los gazatís de su territorio. Un enclave clave para los intereses económicos y geopolíticos de Estados Unidos. “I Took Gaza”, resume el sueño de un Trump arrogante que basa su política exterior en la negociación con escopeta sobre la mesa, la diplomacia con la amenaza del uso de la fuerza militar.
La idea parece la de un lunático si no fuera porque viene del presidente de la mayor potencia mundial; una iniciativa “revolucionaria” responde Netanyahu, que la ha acogido con beneplácito. Esta pretensión refleja sin rodeos la intención expansionista de un presidente agresivo, y le viene como anillo al dedo a un primer ministro sionista que tiene orden de arresto de la Corte Penal Internacional (CPI) por crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. «La ampliación del espacio vital del Estado de Israel y la solución final del problema palestino», fueron las palabras de Gabriel García Márquez, que ya en 1982 comparaba la política del Estado de Israel hacia el pueblo palestino con las consignas del nazismo sobre “la solución final del problema judío”.
Los gobernantes árabes han rechazado semejante despropósito, la Unión Europea se ha pronunciado con mesura temiendo la amenaza de los aranceles y otras retaliaciones, las Naciones Unidas han advertido que tal plan es abiertamente violatorio del derecho internacional, Amnistía Internacional ha llamado a impedir lo que señala como una “limpieza étnica” y el papa Francisco también se ha pronunciado afirmando que “los palestinos deben quedarse en su tierra”.
Los cargos de la CPI contra Netanyahu y su exministro de Defensa, incluyen: causar hambre deliberada de civiles como método de guerra, causar grandes sufrimientos o daños graves a la salud, homicidio intencional y ataques contra civiles, exterminio y asesinato como crimen de lesa humanidad, persecución y otros actos inhumanos y desplazamiento forzado de civiles.
A la fecha, las operaciones militares de Israel en la Franja de Gaza han dejado más de 48.000 palestinos muertos, más de 90.000 personas heridas, decenas de miles de niños huérfanos, más del 60 por ciento de los edificios destruidos, la infraestructura de agua y alcantarillado devastada, más de 200 instalaciones educativas destruidas afectando a más de 625.000 estudiantes y 20 hospitales fuera de servicio, según los informes de las autoridades locales, la agencia UNRWA y otras fuentes.
La fiscal de la CPI, Karim Khan, sostiene que los dirigentes israelíes privaron intencionalmente a la población gazatí de recursos esenciales como alimentos, agua, medicamentos, combustible y electricidad y afirma que los crímenes de guerra y lesa humanidad se perpetraron bajo una política de Estado. Las pruebas presentadas incluyen entrevistas, material audiovisual autentificado e imágenes satelitales, que muestran la destrucción masiva de la franja, los efectos del uso de la inanición y otros castigos colectivos. Aunque Israel tiene derecho a defenderse, dice la fiscal, en referencia al ataque terrorista de Hamás de octubre de 2023 que dejó más de 1.200 civiles israelíes muertos y cerca de 250 rehenes, “necesariamente debe cumplir con el derecho internacional humanitario”, dice la fiscal.
La propuesta de Trump no tiene visos de convertirse en realidad, afortunadamente. Un cese al fuego permanente, la liberación de todos los rehenes israelíes, un acceso rápido y sin trabas a la ayuda humanitaria para los gazatíes, la retirada de Gaza de las fuerzas militares de Israel y las garantías de que Israel no será de nuevo atacado, son los mínimos para frenar esta guerra, reconstruir la franja y negociar la única salida realista a este conflicto: el reconocimiento de un Estado palestino y el derecho de todos los pueblos a vivir en paz.