Por Mauricio Trujillo Uribe
En Estados Unidos los principales campos universitarios, como los de Pensilvania, Harvard y MIT, vienen siendo escenario de las mayores movilizaciones contra la guerra en Gaza desde la guerra de Vietnam, informan medios de comunicación. La protesta estudiantil ha ido en aumento en las últimas semanas, al tiempo que sus rectores han sido acusados por ciertos medios y políticos norteamericanos de supuesto antisemitismo o de permitir manifestaciones antisemitas.
«El antisemitismo, en el sentido amplio del término, hace referencia a la discriminación, hostilidad, prejuicio y odio hacia los judíos en amplios sentidos, basada en una combinación de prejuicios de tipo religioso, racial, cultural y étnico”, dice el Diccionario de la Real Academia Española. El antisemitismo es inaceptable y debe ser combatido mediante la educación temprana de niños y adolescentes. El pueblo judío tiene todo el derecho a vivir en paz, como lo tienen todos los pueblos del mundo, y tiene todo el derecho a defenderse, como lo tienen todos los pueblos del mundo.
Pero una cosa es el antisemitismo y otra muy distinta rechazar categóricamente los bombardeos masivos de Israel en Gaza que han ocasionado la muerte de más de 21.000 palestinos, de ellos más de 8.800 niños y 6.300 mujeres, y más de 50.000 heridos, muchos de ellos mutilados, según el ministerio de Salud de Hamas, al 31 de diciembre pasado. Un balance que horroriza al mundo, en el que Israel culpa a Hamas por las víctimas civiles al señalar que este grupo ataca y luego se esconde en zonas residenciales, y la cifra de fallecidos y heridos continúa en aumento día y noche.
Tampoco puede calificarse de antisemitismo denunciar que desde hace 18 años los gazatíes están sometidos al más estricto control israelí por tierra, mar y aire, y solo pueden salir por los puntos de paso autorizados por Israel, que también controla el ingreso de alimentos, bienes y combustibles, convirtiendo a Gaza, se oye decir, en “la prisión al aire libre más grande del planeta”. Ni es una postura antisemita condenar el régimen bajo el cual viven los palestinos en Cisjordania ocupada por Israel, en el que las autoridades y colonos israelíes aplican una suerte de nuevo apartheid.
Cerca de 1.9 millones de gazatíes (85% de los habitantes de la franja), han sido desplazados por esta guerra, el número de niños huérfanos es dramático, los daños sicológicos son enormes y el riesgo de hambruna y propagación de enfermedades infecciosas planea sobre la población, que además carece de agua y medicamentos, y no cuenta con ropa adecuada para el invierno, advierten la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos, la Organización Mundial de la Salud, el Comité internacional de la Cruz Roja y Médicos Sin Fronteras, entre otras entidades internacionales.
Las imágenes que llegan desde la franja de Gaza, un territorio costero de 41 kilómetros de largo por 6 a 12 de ancho, densamente poblado, recuerdan los bombardeos de “tierra arrasada” en la Segunda Guerra Mundial. De acuerdo con un análisis de los investigadores Corey Scher de la Universidad de Nueva York y Jamon Van Den Hoek de la Universidad de Oregón, publicado este 1 de enero en el portal RCI de Canadá, los avances en la tecnología satelital han permitido evaluar la destrucción provocada en el enclave palestino. Según estos expertos en mapear daños urbanos en escenarios de guerra, el bombardeo israelí contra Gaza en 2021 dañó cientos de edificios, esta vez el ejército israelí ha llevado a cabo más de 10.000 ataques aéreos, destruyendo cerca de dos tercios de las estructuras en el norte y la ciudad de Gaza, y cerca de 40 por ciento en el sur.
El primer ministro Netanyahu ha reiterado repetidamente que la guerra de Israel en Gaza tiene como objetivo acabar con Hamas, que atacó el pasado 7 de octubre las colonias israelís fronterizas a la franja y, según fuentes oficiales de Israel, masacró 1.140 personas, la mayoría civiles, entre ellos niños y mujeres, y secuestró cerca de 250 personas, de las cuales 129 siguen como rehenes en Gaza luego del intercambio por palestinos presos.
Hamas, que significa “fervor” en árabe, en el poder en Gaza desde 2006 cuando ganó las elecciones, es organización política y militar de corte yihadista que se define como un movimiento de resistencia islámica.
La respuesta militar de Israel, respaldada inicialmente por los dirigentes políticos occidentales sin reparo alguno, ha ido perdiendo apoyo en la medida en que se revela desproporcionada y violatoria del derecho internacional humanitario: el 16 de octubre, China declara que Israel ha actuado «más allá de la autodefensa» y pide que detenga el «castigo» a Gaza; el 25 de octubre el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, afirma que los bombardeos y el bloqueo de Gaza suponen un “castigo colectivo del pueblo palestino” y violan el derecho internacional; el 12 de noviembre 57 países árabes piden “el fin del asedio a Gaza y que Israel rinda cuentas”; el 2 de diciembre la Unión Europea pide a Israel que respete el derecho humanitario; el 8 de diciembre la mayoría de los miembros del Consejo de Seguridad aprueban una resolución de alto al fuego en Gaza (vetada por Estados Unidos); el 13 de diciembre la Asamblea General de la ONU adopta por abrumadora mayoría una resolución no vinculante que exige un alto al fuego en Gaza (Estados Unidos votó en contra); y el 02 de enero Sudáfrica denuncia a Israel ante la Corte Internacional de Justicia por su guerra “genocida”.
La supervivencia política del primer ministro de Israel no solo se juega en los resultados de la guerra en Gaza y la liberación de los rehenes, sino también en el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca, quien lo apoyó incondicionalmente en su anterior gobierno (2017 a 2022). Netanyahu ha declarado “Continuaremos nuestra guerra defensiva, cuya justicia y moralidad no tienen equivalente”, una visión muy diferente de la que tienen amplios sectores de la opinión pública mundial, que ven en el desarrollo de los acontecimientos no solo una guerra de represalia y defensa contra Hamas, sino una guerra de venganza indiscriminada contra el pueblo palestino.
Del anunciado aniquilamiento de Hamas, que se suponía tomaría apenas unas cuantas semanas al poderoso ejército de ocupación de Israel, ahora Tel Aviv anuncia que la guerra se prolongará “durante todo” 2024. ¿Ganará Israel la guerra contra Hamas? En cambio, parece evidente que Israel está perdiendo la guerra de la opinión pública ante los ojos del mundo. Pero la realidad sigue siento tozuda: el conflicto en el Medio Oriente no se superará sin un reconocimiento del estado de Palestina al lado del estado de Israel, y sin una solución que permita a los dos pueblos coexistir dignamente.
París, 5 de enero de 2023
Foto Colprensa
Artículo tomado de CAMBIO COLOMBIA: https://cambiocolombia.com/internacional/ganara-israel-la-guerra-contra-hamas