Por Mauricio Trujillo Uribe
20 de enero de 2024
El sexto ciclo de negociaciones de paz entre el Gobierno Nacional y el Ejército de Liberación Nacional tendrá lugar en Cuba a partir del próximo 22 de enero hasta el 6 de febrero, con Vera Grabe como jefe de la Delegación de Paz del gobierno en remplazo de Otty Patiño, quien en diciembre pasado asumió como Consejero Comisionado de Paz al frente de la política de Paz Total.
Los equipos negociadores han avanzado en la agenda a pesar del escepticismo, dolor y condena que generan los asesinatos de líderes sociales, excombatientes firmantes de los acuerdos de paz con las FARC, secuestros y extorsiones, entre otros hechos, que en la mayoría de los casos las autoridades señalan a las organizaciones armadas ilegales como las presuntas responsables.
En el quinto ciclo se acordó prolongar el alto al fuego bilateral, pactado en agosto pasado, cuyo objetivo es, recordémoslo, ahorrar vidas humanas y aliviar la existencia de la gente en las zonas de conflicto. Prórroga prevista a partir de finales del presente mes. Sigue pendiente reforzar y afinar los protocolos y mecanismos de veeduría y verificación del cese al fuego, que además enfrentan un complejo desafío ante el accionar del paramilitarismo y otros grupos armados. Ambos asuntos requieren especial atención.
Otro paso adelante es el anuncio de esta guerrilla de suspender los secuestros extorsivos. Un compromiso significativo que debe ir más allá: el ELN debe renunciar definitivamente a esta práctica inhumana en todas sus modalidades que la insurgencia llama ‘retención’ y proceder a la liberación inmediata y sin condiciones de todas las personas en su poder. Un hecho que traería gran credibilidad y consenso a estas negociaciónes de paz ante la opinión pública nacional e internacional.
A su vez, tarde o temprano las partes tendrán que abocar las posibles soluciones que, con apoyo internacional, permitan el sostenimiento de los combatientes en la transición hacia la paz. Ciertamente puede parecer absurdo este escenario, pero tomaría sentido si esta guerrilla deja de financiarse mediante las economías ilegales.
Un tema clave, ratificado por las partes, es la participación de la sociedad en la elaboración y desarrollo de una agenda de transformaciones, según el Acuerdo de México firmado en marzo pasado. En este semestre de 2024 culminará la fase de diseño, anuncian las delegaciones, y se creará una red nacional de participación. La apropiación de este ejercicio deliberativo por las comunidades directamente afectadas por el conflicto, es la mejor garantía para consolidar la paz en los territorios.
Colombia en su gran mayoría aspira a que estas negociaciones culminen con un Acuerdo de Paz en el marco de un Acuerdo Nacional, idealmente lo antes posible en el gobierno de Petro. Meta nada fácil, hay puntos densos y delicados por resolver y el tiempo político cuenta. Con las negociaciones de paz de nuevo andando sobre rieles después de los últimos altibajos, el país espera que en el sexto ciclo las delegaciones pisen el acelerador.