Francia en crisis: la caída del gobierno Barnier y sus repercusiones

Por Mauricio Trujillo Uribe
4 de diciembre de 2024

La caída del gobierno de Michel Barnier marcó un hecho inédito en la política francesa: una alianza entre la izquierda y la extrema derecha logró destituir al primer ministro. Este pacto tácito, aunque contradictorio, evidenció las tensiones en un parlamento fragmentado y puso en jaque al presidente Emmanuel Macron, quien enfrenta el desafío de reconstruir la gobernabilidad en un país polarizado.


Artículo tomado de CAMBIO COLOMBIA:  https://cambiocolombia.com/internacional/francia-en-crisis-la-caida-del-gobierno-de-michel-barnier-y-sus-repercusiones


El miércoles 4 de diciembre de 2024, Francia vivió un momento histórico: la Asamblea Nacional aprobó una moción de censura que provocó la caída del primer ministro Michel Barnier y su gobierno. Este evento, el primero de su tipo desde 1962, marca un punto crítico en la Quinta República. La moción, respaldada por 331 votos, superó ampliamente la mayoría absoluta requerida de 288, obligando a Barnier a dimitir después de solo tres meses en el cargo.

La destitución de Barnier tiene raíces profundas en la decisión de Emmanuel Macron de disolver la Asamblea en junio de 2024 tras unas elecciones que dejaron un parlamento fragmentado y mayorías difíciles de gestionar. En lugar de buscar consensos, Macron nombró a Barnier, un veterano político de Los Republicanos (LR), partido de derecha que obtuvo apenas 46 escaños.

A sus 73 años, Barnier asumió como el primer ministro más mayor de la historia francesa, pero también se convirtió en el más breve. Su mandato estuvo marcado por el uso del artículo 49.3 de la Constitución para intentar aprobar sin votación el presupuesto de la Seguridad Social de 2025, lo que exacerbó las tensiones en una Asamblea ya polarizada.

Una alianza sin precedentes: izquierda y extrema derecha

La moción de censura fue posible gracias a una coalición extraordinaria entre la coalición izquierda, el Nuevo Frente Popular (NFP), y el Reagrupamiento Nacional (RN) de Marine Le Pen, partido de extrema derecha. Este acuerdo tácito, aunque ideológicamente contradictorio, tenía un objetivo común: derrocar a Barnier y debilitar a Macron.

Marine Le Pen aprovechó la oportunidad para consolidar su influencia. Aunque tuvo la posibilidad de negociar concesiones importantes, como una ley migratoria más dura y recortes a los beneficios sanitarios para migrantes, optó por rechazar cualquier acuerdo, calificando las propuestas de Barnier como «migajas». En cambio, su discurso se centró en criticar el presupuesto como «tecnocrático y sin visión», al tiempo que subrayaba su intención de forzar la dimisión del gobierno.

Por su parte, la izquierda justificó su apoyo a la moción señalando la falta de diálogo de Barnier con las fuerzas progresistas. Boris Vallaud, del Partido Socialista, denunció la “sumisión humillante” del primer ministro a las exigencias de la extrema derecha, mientras que Jean-Luc Mélenchon, de La Francia Insumisa (LFI), partido de izquierda radical, la principal fuerza del NFP, calificó al gobierno de provocador y exigió elecciones presidenciales anticipadas.

Repercusiones económicas y políticas

El colapso del gobierno de Barnier deja a Francia en una situación de inestabilidad política. La incapacidad de convocar nuevas elecciones hasta junio de 2025 prolongará el bloqueo legislativo y dificultará la adopción de medidas urgentes. Mientras tanto, Bruselas y los mercados financieros observan con preocupación cómo la segunda principal economía de la Unión Europea enfrenta un escenario de incertidumbre.

Patrick Martin, presidente de Confederación Empresarial Francesa (Medef), advirtió que la crisis podría erosionar la confianza de los acreedores internacionales y agravar los problemas financieros de Francia. Por su parte, la Confederación de Pequeñas y Medianas Empresas (CPME) señaló que esta situación aumentará las dificultades para las empresas si persiste la falta de estabilidad.

Con la salida de Barnier, Macron enfrenta la tarea de encontrar un primer ministro que pueda construir consensos en un parlamento fragmentado. Según especialistas, nombres como Sébastian Lecornu, actual ministro de Defensa, y François Bayrou, un político centrista, figuran entre los posibles sucesores. Sin embargo, cualquier candidato deberá superar las divisiones entre la izquierda, la derecha y la extrema derecha.

Marine Le Pen ha dejado claro que continuará utilizando la influencia de los 124 diputados del RN para condicionar las decisiones del Ejecutivo. Su postura refuerza su estrategia de proyectarse como una alternativa viable, aunque sus acciones complican su intento de moderar su imagen.

Olivier Faure, líder del Partido Socialista, ha instado a Macron a considerar un gobierno liderado por la izquierda, argumentando que esta opción reflejaría mejor las demandas del electorado. Sin embargo, la fragmentación interna del NFP dificulta la posibilidad de presentar un candidato común.

La caída de Barnier no solo marca el fin de un mandato fallido, sino que también resalta las tensiones estructurales de un sistema que enfrenta dificultades para adaptarse a las complejidades del siglo XXI. Mientras Macron intenta recuperar el control y estabilizar la situación, Francia enfrenta el desafío de encontrar un camino hacia la cohesión política y la recuperación económica.