Defender la democracia: un candidato de convergencia desde la primera vuelta electoral

Quienes piensan que el Polo se fortalece «depurándolo», se equivocan. Lucho Garzón se acaba de ir, es un hecho lamentable. Gustavo Petro se queda gracias al acuerdo de realizar una consulta con Carlos Gaviria para escoger el próximo candidato presidencial del partido. Pero más allá, lo que está en juego es la posibilidad de imprimirle un nuevo rumbo al Polo para que éste participe en una convergencia democrática con el centro político del país en las próximas elecciones presidenciales, con base en un programa de «mínimos fundamentales» y un candidato de coalición desde la primera vuelta electoral.


Mauricio Trujillo Uribe
 *
París, 1 de junio de 2009

Sin duda, el retiro de Lucho Garzón representa una importante pérdida para el Polo, sobre todo para un partido que proclama ser la convergencia de las diferentes izquierdas democráticas de Colombia, que reclama ser una colectividad pluralista en donde caben todas las tendencias, desde la orilla social-demócrata hasta la orilla radical, o la raizal si se le quiere dar el significado evocado por el sociólogo Fals Borda y que recoge Carlos Gaviria.

Hay que resaltar que para un sector de polistas, la decisión del ex-alcalde de Bogotá de irse del Polo y de lanzar su candidatura presidencial independiente, es «ganancia pura». Siguen pensando, en pleno siglo 21, según su ortodoxia, que «el Partido se fortalece depurándolo». Desde luego, tenemos concepciones diferentes sobre el tipo de partido que se requiere construir: pretender que «es bueno para el partido» que los cuadros dirigentes críticos a la línea oficial del partido «pelen el cobre y se vayan», es una visión que no suma sino resta.

Afortunadamente, parece que las cosas están cambiando en el Polo si nos atenemos a la decisión que tomó su Comité Ejecutivo al nombrar una comisión para dialogar con el senador Petro y buscar vías de entendimiento para que éste no siguiera los pasos de Lucho. En medio de la polarización creciente que ha vivido el Polo entre dos bloques, sobre todo desde febrero del año pasado cuando la mayoría del Comité Ejecutivo decidió que el Polo no participaría en la marcha en la que millones de personas le dijeron NO al secuestro y a las FARC, se impuso finalmente la sensatez y se entendió que el desprendimiento de un segundo «iceberg” tendría alto costo político para el Polo y su candidato presidencial.

Así, a escasos días del cierre de inscripciones para participar en la consulta del Polo que elegirá el candidato presidencial, se llegó a un protocolo de acuerdo para que Petro, y por ende el sector que lo acompañamos, se quede en el partido y compita en franca lid con el maestro Gaviria, quien fue respaldado en el II Congreso Nacional del PDA, en febrero pasado, por unas mayorías conformadas principalmente por el Moir, el Partido Comunista y la Anapo.

Ese acuerdo establece, entre otros puntos, elegir por consenso, no por mayorías, un nuevo Presidente del Polo con el cual todos los sectores que participen en la consulta se sientan con garantías y en igualdad de condiciones. Ya Carlos Gaviria se había manifestado favorable a este cambio, dado que siendo presidente del partido y candidato al mismo tiempo, llevaría ventaja ante su competidor. Pero más allá del aspecto garantista de este punto, lo cierto es que en algunos sectores que apoyamos a Petro todavía está presente el episodio del II Congreso en el que Gaviria fue reconducido al frente del partido por mayoría y no por consenso, como inicialmente estaba acordado, ocasionando una fractura.

El acuerdo con Petro pasa igualmente por un compromiso de neutralidad del gobierno de Bogotá, del alcalde Moreno Rojas, frente a uno u otro candidato en la consulta, lo cual también tiene nombre propio. Todavía está fresco el recuerdo de que buena parte de los delegados al II Congreso salieron elegidos gracias al «peso político y burocrático» de la Alcaldía, y que éstos en alianza anunciada con los sectores radicales inclinaron la balanza en la elección del presidente del partido.

A su vez, Petro tendrá que entender que la forma como él ha venido criticando la administración distrital no ayuda a gran cosa y, por el contrario, contribuye a debilitar el principal espacio de gobernabilidad del Polo.

Pero lo fundamental no está en el acuerdo que se aprobó, en buena hora para el Polo y para la democracia colombiana que necesita un partido de izquierda fuerte. Lo que está en juego principalmente es la posibilidad de imprimirle un nuevo rumbo al Polo y que éste participe en una convergencia democrática con el centro político del país en las próximas elecciones presidenciales, con base en un programa de «mínimos fundamentales» y un candidato de coalición desde la primera vuelta electoral.

En efecto, frente a la tesis de que el Polo «perdería su fisonomía» de izquierda si no va a la primera vuelta de los comicios presidenciales con candidato y programa propios, cerrando la puerta a cualquier posibilidad de coalición desde la primera vuelta en la que el Partido no sea el centro determinante, debemos insistir en que por encima de los intereses del Partido están los intereses del país y, a la vez, el Partido debe estar a la altura de los intereses del país.

Si en Colombia estuviésemos en un sistema de gobierno-oposición en donde se guardasen los equilibrios constitucionales, los pesos y contrapesos institucionales, quizás tendría todo su lugar impulsar una política de adhesión alrededor del Partido como la que propone hoy Carlos Gaviria y los sectores que lo respaldan. Pero la realidad es otra, la eventualidad de una segunda reelección de Uribe representa un punto de quiebre para la democracia colombiana y profundizaría el modelo neo-liberal, con su carga de pobreza y exclusión social. Por tanto, la estrategia electoral debe ser exitosa desde la primera vuelta.

Los relativos éxitos de la «seguridad democrática», la confianza inversionista y la cohesión social que reivindica el presidente Uribe, se caen a pedazos frente a los crímenes de lesa humanidad llamados «falsos positivos», por los que se juzga a miembros de las Fuerzas Armadas; la política ejecutada por el DAS, el organismo de inteligencia de la Presidencia, durante los dos períodos de Uribe, realizando «chuzadas» telefónicas y seguimientos ilegales a magistrados, periodistas y opositores; la impunidad y fracaso de la reparación de las miles de víctimas del paramilitarismo, la apropiación de más de tres millones de hectáreas por el testaferrato y el desplazamiento forzado de más de medio millón de familias campesinas, con sus secuelas de desarraigo, dolor y miseria; el desmonte progresivo de la Constitución del 91 y del equilibrio de poderes de la República; en fin, frente a una élites emergentes comprometidas con la para-política que se han tomado parte del Congreso y del Estado.

La decisión de Petro de quedarse en el Polo y poner a consideración su aspiración presidencial en el marco de la consulta de su Partido, apunta entonces a lograr que el Polo junto con otros sectores políticos del país le presenten a los colombianos, de manera pro-positiva y, sobre todo, con opción de éxito en los comicios electorales de 2010, una propuesta de gobierno, léase de cogobierno, que respete la Constitución del 91, que saque a Colombia de la guerra y que le dé contenido al Estado Social de Derecho.

Esta convergencia tiene cada vez más un terreno abonado: su primer escenario será vencer el referéndum reeleccionista, si lo hay, mediante la abstención activa. En el reciente encuentro de Carlos Gaviria como Presidente del Polo con el Director del Partido Liberal, se avanzó al respecto. De igual manera, la iniciativa denominada «Cumbre Democrática» que reúne a organizaciones sociales y políticas como la CUT, el Polo y un cierto número de ONGs, entre otras, tiene potencial para movilizar a mucha gente.

En general se aprecia una resistencia creciente en la sociedad colombiana a un tercer mandato de Uribe, incluyendo a sectores uribistas santistas que entienden la asfixia política que representaría para ellos, y para sus intereses ante la comunidad internacional, la continuidad del actual Presidente en su cargo. La Iglesia Católica también se ha manifestado en contra de la reelección. De ahí que, en aras de suscitar un amplio frente por la renovación política, más que una campaña anti-Uribe, el énfasis respecto al referéndum hay que ponerlo en las graves consecuencias de la reelección para el libre juego y la cultura de la democracia en Colombia.

El escenario siguiente es el de la campaña para las elecciones de 2010, tanto las presidenciales como las del Senado y las parlamentarias. El Partido Liberal también elegirá su candidato presidencial mediante consulta el 27 de septiembre próximo, organizada por la Registraduría Nacional, al mismo tiempo que se realizará la del Polo. Y por boca de Gaviria Trujillo, ya ha manifestado su disposición a llegar a acuerdos con el Polo y otros partidos.

Igualmente, otra dinámica que viene abriéndose paso es la de los «quíntuples»: los candidatos Lucho Garzón y Sergio Fajardo, los ex-alcaldes de Bogotá Enrique Peñaloza y Antanas Mockus, y la ex-ministra Martha Lucía Ramírez, hicieron un pronunciamiento conjunto sobre la reforma política que cursa en el Congreso. Declararon su abierta oposición a esta iniciativa que ha sido presentada por el Gobierno, han manifestado su posición adversa y su vocación a encontrar un acuerdo programático y electoral.

De otro lado, se están adelantando reuniones e iniciativas entre diversos espacios políticos como: Encuentro País, el Partido Verde Opción Centro, Visionarios con Mockus, la ASI con Fajardo, Compromiso Ciudadano y Por el País que Soñamos. Estos sectores vienten trabajando principalmente sobre dos ejes temáticos: el electoral, en la perspectiva de un candidato de coalición a la Presidencia, una lista al Senado y listas a la Cámara, y el político-programático.

Todos estos procesos de confluencia democrática, y otros nuevos que seguramente aparecerán en el curso del presente año, ponen de presente la importancia de que el Polo no caiga en una visión y una práctica sectarias, de que evite la marginalidad política y salga a buscar la unidad de acción y la electoral con amplios sectores progresistas del país.

Esto no significa que el Polo renuncie a su Ideario de Unidad, por el contrario, contribuyendo decididamente a crear un nuevo espacio y un nuevo ambiente político nacional, estará creando las condiciones para posicionarse más adelante mucho mejor, y convertir sus propuestas programáticas en realidad.

Por eso la consulta del Polo para escoger su candidato presidencial es de gran alcance. Sus resultados no sólo tendrán impacto directo sobre el rumbo del Polo sino que también interesan al país. Petro puede ganar la consulta abierta si hay una importante participación ciudadana, o sea, si se consigue sacar la elección de «manos del aparato» y llevar el centro de gravedad de la consulta a manos de la ciudadanía.

El reto que se abre en este período electoral es entonces doble, si queremos renovar el horizonte del Polo. Primero, ganar la consulta con Petro y poner su candidatura a disposición de una convergencia democrática que le presente al país desde la primera vuelta de las presidenciales de 2010 un programa de coalición y un candidato de coalición. Segundo, seguir construyendo y desarrollando el partido, pues mucho sirve lo primero pero tanto más si llegamos a la primera vuelta con un Polo consolidado. Pues lo fundamental en esta hora es defender el futuro de la democracia en Colombia.

Mauricio Trujillo Uribe *
París, 1 de junio de 2009

* Miembro de la Dirección Nacional y del Comité Ejecutivo Nacional del Polo Democrático Alternativo


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Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas

Foto: página web Wradio