Por Mauricio Trujillo Uribe
02 de marzo de 2023
Tomado de El Espectador:
https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/columnista-invitado-ee/las-formas-son-tan-importantes-como-los-fines/
Lo que cuenta la exministra Patricia Ariza sobre la forma como salió del Gobierno Nacional, el pasado 27 de febrero, luego de estar siete meses al frente de la cartera de Cultura, sin que el Presidente le informara personalmente de su decisión de pedirle la renuncia, recuerda la manera como también salieron del gabinete distrital otras colaboradoras suyas cuando fue alcalde de Bogotá.
En esa ocasión, pocos meses después de posesionarse como primera autoridad del Distrito Capital, la Secretaria de Vivienda y la Secretaria de Integración Social se enteraron que ya no hacían parte del equipo de gobierno a través de los medios de comunicación[1] y mensajes de twitter. Petro acudió a las redes sociales para comunicar el hecho sin informarles previa y directamente.
En declaraciones a la radio, la señora Ariza dice igualmente que durante el tiempo que fue ministra nunca se reunió “cabeza a cabeza” con el presidente, solo lo vio en los encuentros que él sostuvo con los ministros en su conjunto. En caso de ser así, al parecer también sucedió algo similar durante su alcaldía: salvo los consejos de gobierno distrital que Petro presidía a los que asistían todos los secretarios, y las reuniones que sostenía con los secretarios que llevaban los temas que consideraba prioritarios, pocas veces el alcalde se sentó con los otros miembros de su gabinete, se oía decir.
Las formas son tan importantes como los fines. En las organizaciones humanas en general, y de ellas hacen parte las instituciones públicas, el trato amable y considerado hacia sus subalternos por parte de quienes las dirigen, cualquiera sea el nivel de jerarquía o responsabilidad de aquellos, no solo facilita que las tareas fluyan, sino además que las diferencias y contradicciones, normales en todo equipo de trabajo, se resuelvan de la mejor manera posible para beneficio de la propia organización y de la propia dignidad de las personas. Esto debería ser norma de comportamiento y de buenas prácticas para todos los dirigentes, más allá de las ideologías y procedencias de unos y otros.
Si a su vez el cambio que hoy lidera el presidente Petro, quien honrando su lucha y sus compromisos viene presentando al Congreso un Plan Nacional de Desarrollo y una serie de reformas sociales que tienen como propósito superar la pobreza en que vive la mitad de la población y vencer el subdesarrollo que conlleva nuestro modelo de economía, se hace bajo el lema de una Colombia humana, potencia mundial de la vida, lo normal es que el trato respetuoso que merece la condición humana y permite a cada servidor público potenciar lo mejor de sí comience por casa.
El gobierno de Petro apenas empieza, el reto transformador es inmenso. La búsqueda de consensos en el Congreso para sacar adelante las reformas que el país requiere y por las que votó la mayoría de los colombianos y colombianas en las pasadas elecciones presidenciales será factor de éxito. Los adversarios políticos del mandato del cambio harán oposición desde diferentes posiciones y escenarios -algunos de manera razonable, otros con espíritu recalcitrante- lo cual no debe sorprender a nadie en democracia. Pero, dice el sentido común, si al gobierno le va bien, al país le va bien… y en ello cuenta mucho la buena imagen del Presidente.