La reforma política: el diablo está en los detalles

Por Mauricio Trujillo Uribe  

Finalizada en el Congreso la primera ronda de debates y votaciones sobre la Reforma Política, el texto aprobado por las plenarias de ambas cámaras apunta al fortalecimiento y modernización de la vida política del país pero también beneficia directamente a los actuales senadores y representantes. Sin embargo, por tratarse de una reforma que modifica la Constitución de 1991, habrá una segunda ronda legislativa en el primer semestre de 2023 para su aprobación definitiva.

La reforma promueve la paridad de género en los cuerpos colegiados (Senado, Cámara, Asambleas, Concejos y JAL), la democratización de los partidos y movimientos políticos, la financiación 100% estatal de las campañas electorales, la renovación del cuerpo legislativo y la participación de las organizaciones sociales en eventos políticos, entre otros aspectos. Además, le quita a la Procuraduría la facultad de sancionar a los elegidos por voto popular, dejándola en manos de los jueces. Así, globalmente, la coalición mayoritaria de gobierno adelantó una labor meritoria.

Sin embargo, se aprobaron o descartaron disposiciones que muestran cómo gran parte de los congresistas legislan en causa propia cuando se trata de leyes que los afectan. Ya antes, el senador Gustavo Bolívar decía: “Indignante que nuestro salario llegue a $38 millones mientras la mayoría de colombianos ganan 1 millón o menos. He presentado 4 Proyectos de ley para rebajar el salario de los Congresistas y no ha sido posible”. En el mismo sentido otros congresistas han dado la pelea.

Del texto inicial de la reforma se eliminó el artículo que limitaba a tres períodos consecutivos la elección a un mismo cuerpo colegiado. No bastó a los congresistas que así votaron,  la posibilidad de ser reelectos hasta por 12 años, tiempo suficiente para dar lo mejor de su experiencia, sino que su “vocación de servicio” los llevó a dejar abierta la puerta para atornillarse 20, 30, 40 y más años, como ha sucedido.

Se aprobó la norma que permite a los congresistas oficialistas ser ministros sin tener que renunciar un año antes a su curul. Como bien dijo Antonio Navarro: “En la Constituyente de 1991, protegimos la independencia de las ramas del poder público. Por eso un congresista no puede volverse ministro durante el período en cual fue elegido. Ahora quieren abrir esa ‘puerta giratoria’ en la reforma política. Mala idea”. Además, renunciar a la curul para ser ministro, candidato a una gobernación o alcaldía, o dedicarse a escribir novelas, es un desfalco al mandato popular recibido.

Para evitar el “transfuguismo”, quedó establecido que “Quien siendo miembro de una corporación pública decida presentarse a la siguiente elección, por un partido distinto, deberá renunciar a la curul y al partido o movimiento político al menos 1 año antes del primer día de inscripciones”. Pero se autoriza a los actuales miembros de cuerpos colegiados saltarse la norma “por una sola vez”.

La reforma ordena que los partidos y movimientos políticos sólo podrán inscribir listas cerradas de candidatos a las corporaciones públicas y deberán ser paritarias para que hombres y mujeres salgan electos por igual. El sufragante sólo podrá votar por el partido de su preferencia, no por un candidato como en las listas abiertas. La idea es «fortalecer la democracia: ciudadanos votando por ideales, partidos y movimientos políticos fortalecidos”, explica el presidente de la Cámara, David Racero. Pero a continuación, el artículo hace una excepción para las elecciones de 2026 permitiendo que los actuales congresistas encabecen las listas, garantizando así su propia reelección.

La Reforma Política hace parte del programa de cambio con el que Gustavo Petro ganó las elecciones presidenciales y los conflictos de interés que en su trámite aparecen deben ser resueltos en  favor del país. ¡La opinión pública deberá seguir con mucha atención la segunda ronda!

31 de enero de 2023

Artículo publicado por EL ESPECTADOR:  https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/columnista-invitado-ee/la-reforma-politica-el-diablo-esta-en-los-detalles/