Mientras la Unión Europea anuncia que no sancionará a Israel y «vigilará de cerca» la aplicación de un reciente acuerdo para mejorar el flujo de ayuda en la Franja de Gaza, los artistas del famoso festival de teatro de Aviñón, Francia, condenan la masacre y devastación llevada a cabo por Israel.
Artículo tomado de Cambio Colombia
Por: Mauricio Trujiillo Uribe
El pasado 15 de julio, en Bruselas, el Consejo de Asuntos Exteriores de la Unión Europea –UE- celebró su última sesión antes de la pausa estival. En la agenda: la posible imposición de sanciones a Israel, mientras se acumulan pruebas abrumadoras de violaciones masivas del derecho internacional humanitario en Gaza. A pesar de un informe condenatorio solicitado por la jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, ninguno de los 27 Estados miembros se atrevió a actuar. No hubo suspensión de acuerdos, ni embargo, ni sanciones. La Europa oficial eligió callar.
A su vez, a más de 900 kilómetros al sur de Francia, otro lenguaje se escuchaba en el Palacio de los Papas de la ciudad de Aviñón. El de los artistas, reunidos con motivo del prestigioso Festival de Teatro de Aviñón, quienes decidieron no callar más. Su voz, desde el escenario, denuncia la masacre en curso en la Franja. Donde las cancillerías se repliegan, el teatro toma partido.
La Unión Europea calla
Estos hechos podrían –y deberían- haber desencadenado la activación del artículo 2 del Acuerdo de Asociación UE-Israel, el cual estipula que el respeto de los derechos humanos es una condición esencial para la cooperación. Pero la suspensión de dicho acuerdo requiere la unanimidad de los Estados miembros y varios –en particular Alemania, Hungría y la República Checa- se opusieron. La Unión Europea, que no duda en imponer sanciones severas a Rusia por su guerra en Ucrania, parece súbitamente afectada por una amnesia jurídica cuando se trata de Palestina.
“Esto quedará como uno de los momentos más vergonzosos de la historia de la UE”, declaró Agnès Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional. Por su parte, la Asociación de Juristas por el Respeto del Derecho Internacional llevó el caso ante el Tribunal de Justicia de la UE, denunciando una “inacción grave y prolongada”.
En Aviñón, el teatro toma el relevo moral
Frente al fracaso moral de las instituciones europeas, fueron los artistas quienes tomaron el relevo moral. En Aviñón, la 79ª edición del festival no solo fue un gran momento de creación, sino también un espacio de resistencia, indignación y solidaridad.
En su discurso inaugural, el director del festival, Tiago Rodríguez, afirmó ante los reflectores: “El Festival de Aviñón comienza mientras continúa una masacre en Gaza. La lengua árabe es la invitada de la edición 2025 con el fin de compartir con el público la riqueza de su patrimonio y la gran diversidad de su creación contemporánea… No eludimos las complejidades políticas asociadas a esta lengua, demasiado a menudo instrumentalizada por quienes prefieren el odio, el racismo y la violencia. Creemos en la capacidad de las artes para abrir espacios de debate y de encuentro. Justo cuando comienza el Festival de Aviñón, el gobierno de extrema derecha de Israel prosigue sus ataques contra Gaza, cometiendo crímenes de guerra, bloqueando la ayuda humanitaria, violando sistemáticamente los derechos humanos y el derecho internacional, y causando la muerte de decenas de miles de civiles palestinos, entre ellos miles de niños…”
Esta declaración cobra todo su sentido en el contexto de la devastación que sufre Gaza desde octubre de 2023 con más de 55.000 palestinos muertos, en su mayoría mujeres y niños, más de 130.000 heridos y más de 1.900.000 desplazados. Rodríguez condena enérgicamente el atentado de Hamas y la toma de rehenes de civiles israelíes, cuya liberación inmediata exige, pero rechaza que este acto terrorista sirva de pretexto para una masacre. Hace un llamado a un alto el fuego inmediato, al restablecimiento de la ayuda humanitaria y sueña con un futuro en el que “festivales puedan celebrarse en Gaza, en paz y libertad”.
Una declaración colectiva contra la impunidad
El gesto más poderoso no provino de un solo individuo, sino de un colectivo. El sábado 12 de julio, una multitud se reunió en la plaza del Palacio de los Papas para escuchar la “Nueva Declaración de Aviñón”, leída en varios idiomas por artistas de renombre como Laurence Chable, Radouan Mriziga, Anne Teresa De Keersmaeker, Milo Rau y Marcial Di Fonzo Bo. Los firmantes denuncian la política “destructiva” del Estado de Israel, exigen el reconocimiento del Estado palestino, la aplicación del derecho internacional y la suspensión inmediata del acuerdo UE-Israel.
El texto también rechaza la criminalización del apoyo a la causa palestina, en un contexto donde en varios países europeos –incluida Francia- se han prohibido manifestaciones propalestinas, se han confiscado banderas y censurado varios artistas. Esta declaración, respaldada por más de un centenar de personalidades presentes en el festival, publicada en la revista Télérama, marca un giro en la movilización cultural. Se inscribe en una tradición de teatro comprometido, fiel al legado de Jean Vilar, fundador del festival en 1947 con espíritu de resistencia.
El teatro como solidaridad y memoria
El homenaje a la lengua árabe en la programación no fue decorativo ni folclórico. Se convirtió en un acto de solidaridad y memoria. En los espectáculos venidos del Líbano, Siria, Palestina, Egipto o de la diáspora, los artistas exploran el exilio, la guerra, la reconstrucción. Cada representación, cada lectura, cada intercambio es un espacio de resistencia poética.
Como recordó la coreógrafa belga Anne Teresa De Keersmaeker: “No puede haber neutralidad en un mundo estructurado por la violencia. Callar es aceptar”. El teatro se convierte en contrapoder, en ágora, en lugar donde la palabra colectiva recobra su fuerza. En tiempos de repliegue democrático, afirma que el arte aún puede –y debe- decir lo que los gobiernos callan.
Este contraste entre la valentía de los artistas y la cobardía o complicidad de las instituciones europeas, plantea una pregunta esencial: ¿qué queda del papel moral y político de Europa en el mundo? Cuando un festival de teatro adopta posturas más audaces que los jefes de Estado, cuando actores se convierten en portavoces del derecho donde los diplomáticos callan, el centro de gravedad de la conciencia colectiva se ha desplazado.
Aviñón, este año, no fue solo el escenario del teatro. Fue el escenario del mundo. Un mundo atravesado por fracturas, pero también por solidaridades inesperadas. Allí donde Bruselas fracasó en hacer respetar el derecho, los artistas recordaron que la dignidad humana no es negociable.
Lo que nos han mostrado los artistas de la 79ª edición del Festival de Aviñón es que el imaginario también es un campo de batalla. Y que todavía es posible, a la luz de los reflectores, trazar los contornos de otro mundo, un mundo donde Gaza deje de ser un cementerio a cielo abierto, y vuelva a ser un lugar de creación, de memoria y de vida.
Mauricio Trujillo Uribe
19 de julio de 2025